Sobre 'Broadway Danny Rose' (Allen, 1984)

 

Una de las mejores y más incomprendidas obras de su autor, en su madurez absoluta.

Fuente: https://www.woodyallenpages.com/films/broadway-danny-rose/936full-broadway-danny-rose-poster/


Artículo publicado originalmente en Kinetoscopio n.º 87, el especial que dedicara la revista al gran cineasta neoyorquino.


EL PERDÓN ES POSIBLE


Broadway Danny Rose (1984), es una de las muestras más explícitas de las raíces judías de Woody Allen, y de la forma en que nutren su pensamiento.

 

Danny Rose, un agente de artistas de medio pelo, asesora a Lou Canova, un cantante de fugaz éxito en los cincuenta y que ahora tiene la oportunidad de volver a resplandecer por el auge creciente de una moda nostálgica.

 

El día en que Canova puede presentarse ante un empresario importante, le insiste a Rose que lleve al show a Tina Vitale, la amante del artista, pues ella, según Canova, le trae buena suerte. Tina no quiere ir, y Danny, intentando convencerla, se ve involucrado en una persecución de la mafia.

 

Al final, Tina y Rose llegan a tiempo, y Canova, tocado seguramente por esa buena estrella que atribuye a la cercanía de Tina, triunfa, pero esa noche, ante las perspectivas de un éxito mayor, le dice a su fiel agente que quiere abandonarlo. Rose continúa con su corte de artistas menesterosos.

 

¿Qué puede haber de judío en esta historia? Para empezar, Danny Rose es judío, y es tan importante para él todo su ancestro, que cada cosa que le pasa es vista a través del lente de esa cultura. Así, las dificultades con que se enfrenta adquieren el mismo carácter profuso y fatigante con que el judaísmo percibe al mundo, incluso en sus vertientes laicas (Freud o Kafka, por ejemplo).

 

Como es reiterativo en los personajes que Allen interpreta, los comentarios de Rose se convierten en chistes, aunque para él revistan la más amarga ironía, una ironía que expresa con escándalo mayúsculo su fundamental indignación con el absurdo moral de la realidad.

 

Cuando Tina enuncia su “filosofía de vida” (“si quieres algo, ve por él”), Danny le dice que eso parece, más que una filosofía, el guión de “Asesinato en primer grado”, y luego apunta que su tío solía decir: “Aceptación, perdón y amor”, lo cual, según enfatiza, “sí es una filosofía”.

 

Al final, luego de que Tina y Lou Canova rompen, y ya que ella, por primera vez en su vida, se arrepiente de algo al haber influido para que el cantante dejara a Rose y se aprovechara con su amante del éxito que el agente, jugándose el pellejo, ayudó a conseguir, Tina visita a Rose y le recuerda esa frase de su tío, como si hubiera “aprendido la lección”, en uno de esos giros de los que el cine más convencional saca un provecho tan odioso.

 

Sin embargo, la aceptación y el perdón de Rose no son fáciles. En un primer momento, le dice a Tina que no tienen nada de qué hablar y se niega a que por lo menos puedan ser amigos. Después, mientras alrededor le agradecen los artistas que ha invitado para celebrar el Día de Acción de Gracias, parece reflexionar en silencio sobre Tina, y sale a buscarla.

 

La reconciliación no es inmediata, pero es posible en esta película, y habla mucho de la sabiduría de Allen el hecho de que, como guionista y director, no se niegue a esa opción, aunque también demuestre con lucidez que a veces perdonar es casi imposible.

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